Fue en la despedida de Francisco Pons, presidente durante ocho años de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), donde más se repitió esta palabra. Pons, invitado por la Fundación Manuel Broseta para su despedida, dio un repaso a la crisis financiera mundial sin llegar al fondo de la crisis local. Economía productiva, ergo empresarios, como él mismo se encargó de traducir, fue la palabra clave.
Todos a una: empresarios, instituciones y administraciones públicas, entidades financieras, sindicatos y universidades... Todos, menos los trabajadores. Se le olvidaron. La Unión Europea, la globalización, el G-8, China, los bancos centrales... De nuevo algo importante brilló por su ausencia en una sala repleta de amigos... y empresarios: los derechos sociales. En la nueva época que se anuncia, la que debe mantener el Estado del Bienestar, al que sí aludió el antiguo profesor, no parece haber cabida para los derechos de los trabajadores, los que convirtieron Europa en un paraíso para los parias del mundo que llegaban en patera: El Dorado.
Pons recordó cómo China está tomando la delantera y pronto lo hará India. Se le olvidaron las enormes diferencias sociales en el país de las castas y de los intocables. Tampoco asoman a Occidente la falta de derechos de los trabajadores chinos, que emigran del campo a las urbes y que apenas pueden ganar durante todo un año el dinero suficiente para pagar la consulta del médico cuando su hijo se rompe un brazo. Sin contratos, sin derecho de huelga ni vacaciones, en jornadas infinitas y bajo condiciones infrahumanas...
Así es como trabajan los chinos, como chinos. ¿Es ése el modelo que se pretende importar, como todo lo que hacen made in China? A Francisco Pons se le olvidaron los derechos de los trabajadores en su discurso de despedida. Y mientras, Ángela Merkel se va a llevar a los cientos de miles de jóvenes cualificados universitarios que le sobran a España. Que sigan importando.
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